martes, 6 de septiembre de 2011

Quizás sea verdad eso que dicen de que todo lo que nace se apaga.





Ahí te dejo las ilusiones que conseguiste crear en mí, todos los sueños que tenía y que tu cumpliste, y algunas de las estrellas fugaces que se acercaron hasta nosotros aquella noche y que yo misma me encargué de perseguir para que hoy las tengas aquí. Ahí tienes recogida toda la luz que desprendía mi sonrisa, junto con una foto del brillo de mis ojos, que se volvieron más verdes ¡y que brillaron! Toma mis mañanas con resaca de tus manos, y también te regalo las noches que me dormí pensando en tus labios mientras la almohada coleccionada los sueños en los que aparecías; también te los dejo aquí… Hay incluso un manuscrito con todo lo que nos dijimos; porque las palabras se las lleva el viento, y yo tengo miedo de él. Todos los lugares que visitamos, e incluso aquellos que todavía nadie nos ha mostrado pero que esperan ansiosos nuestra llegada. Coge también las lunas llenas, esas que le hacían competencia al sol; y una muestra del aire cuando aun no olía a final. Escucha de nuevo aquella canción, y otra vez, y una vez más; escuchala cada vez que sientas que la olvidas, escúchala cuando sientas que me voy. Sera como mi disfraz. Ahí lo tienes todo, todo para tí, quédatelo y cuídalo. No lo escondas detrás del miedo, tampoco lo eches al aire y lo dejes volar porque se perderá, y entonces, irremediablemente irás poco a poco olvidando mi melodía… poco a poco olvidando mi canción...

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