miércoles, 7 de diciembre de 2011

La frontera entre siempre o jamás



-¿Y tu quien eres?


-Yo soy el nuevo. El que te resulta extraño, y cuyos ojos no habías visto antes. Tengo una mirada bonita, siempre me lo han dicho, y aunque ahora estés enamorada de otra, prometo que te mirare de tal forma que te olvidaras de todo lo demás. Solo se tu nombre, y no conozco tus gustos, ni tu vida y mucho menos aquello con lo que sueñas. Me parece que tendremos en común el afán por ilusionarnos. Canto en ingles y nunca miro desafiando. No soy directo, y siempre beso con los ojos cerrados. Te aviso de que al principio tus dedos no encajaran perfectamente entre mis manos, y que todavía no se el sonido que tiene tu voz en formato susurro, ni tu risa, ni tus gemidos. No vengo a contar historias, vengo a crearlas. Mis caricias no tienen nada que duelan, ni que recuerden, están limpias, son puras, ni siquiera saben aun como moverse ante tu piel. Y lo siento, pero aquí no se ve ninguna estrella por la noche, échale la culpa a la contaminación. Nuestros cuerpos aun no se ponen de acuerdo en el lado al que girar, y no sé cuando mirarte a los ojos para convencerte de algo, ni cuando reflejan que vas a llorar. El espacio no es demasiado grande, lose, pero mi corazón tiene que caber en el pecho. Porque además, te informo de que vengo sin manual de instrucciones, me lance aquí con lo puesto, llegue tirando la puerta, y quisiera quedarme, aunque se que lo digo sin ningún derecho. En muchas ocasiones no sabré que hacer, empezando en este mismo instante. Estoy perdido, se que llego en mal momento, que quizás me resbale con las lagrimas y con el desorden que puedo apreciar en tu mirada mientras te cuento esto, pero vengo con ganas de aprender.  Y sé que no conoces nada de mí,  que no es fácil adaptarse a otra forma de querer, que no es ni mejor ni peor, simplemente distinta. Pero es algo nuevo, y no quisiera que empezaras por rendirte. Yo te prometo que no te prometeré nada. Las prohibiciones las dejamos al gobierno, y las leyes y las penas de muerte. Las lagrimas que se queden en el mar de momento, y cuando vayamos a la playa y ya hayamos dicho el primer te quiero, las cogemos. Las risas en paquetes pequeños, las dosis adecuadas, y en el justo momento. Las besos los que quieras, los que me pidas, y los que me pidan mis labios. No hay tiempo, el reloj se rompió, y el camino es muy largo, no se acaba hasta que no caigamos, aunque si caemos demasiado pronto quizás fue que nos equivocamos. Nada de esfuerzos, hablemos mejor de altos vuelos, eso si que te lo prometo. Dame tu lista de sueños, que quiero cumplir unos pocos. No tengo planes, no he hecho guiones, porque no quiero romperlos y tirarlos a volar, así que ahora te toca a ti.


-Bueno… pues bienvenido. Me has pillado con todo revuelto, pero algo podremos hacer.

1 comentario: